Jesús no criticó la riqueza del hombre, sino su arrogancia. No criticó la presencia de metas personales, sino la ausencia de Dios en esas metas. La acumulación de dinero o ahorros, es siempre por miedo “a que no haya”, o “que el pozo se seque”. Pero el miedo, nunca honra a Dios, por el contrario, nos vuelve necios ante Sus ojos. No hay otra manera de ser bendecido que siendo generoso. Podemos dar sin amar, pero no podemos amar sin dar. Seamos parte de la contracultura que identifica a River, quienes vivimos para dar, porque ¡en Dios confiamos!
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1:15:24
Cultura cloacal
Es ingenuo pensar que lo que vemos en la televisión, la música que escuchamos, los juegos en los que matamos gente y lo que leemos antes de irnos a la cama, no nos afecta en absoluto. La constante exposición y el contacto con lo profano producen callosidades en el corazón humano y nos distraen de nuestras prioridades. Por eso, antes de alimentar nuestra mente, debemos preguntarnos si el contenido nos edifica y nos acerca a Dios, o si, por el contrario, nos domina y nos roba la paz. Sólo el Espíritu Santo nos dirá dónde trazar la línea. Oremos para que nuestra mente nunca se llene de callos y para que seamos un manantial de agua clara en medio de una cultura cloacal.
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1:15:36
El viejo surco
Nuestra vida es el reflejo de aquello en lo que pensamos. Si no te agrada la dirección hacia la cual tus pensamientos te conducen, es momento de cambiar tu manera de pensar y de impedir que continúe ingresando basura en tu mente. Los pensamientos contaminados de hoy se convierten en las acciones de mañana. Por ello, es indispensable desalojar toda basura mental y abrir espacio para un nuevo patrón de pensamiento. Y como lo primero que pensamos al despertar impactará el resto del día, comencemos cada mañana renovando nuestros viejos surcos con la Palabra de Dios.
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1:12:15
Más allá del río azul
Cuando nos enfrentarnos a la muerte, nuestra definición de Dios es desafiada y nuestra fe puesta a prueba. La mayoría de nosotros nos oponemos a ella te con una obstinada resistencia y un temor profundo, casi irracional. Sin embargo, no podemos vivir presos de ese temor. Recordemos que el día en que se cierre el telón de esta vida, los mensajeros de Dios nos llevarán a casa en un último viaje. Ante esa certidumbre, ¿cómo podemos tener miedo? No hay nada que temer... es sólo un río azul para cruzar, y al otro lado nos espera nuestro Padre.
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1:06:38
Que pase lo que tenga que pasar
A veces, el sufrimiento parece gritar mientras la esperanza apenas susurra, y nos sumergimos en el dolor y la desilusión. Intentamos creer, pero nos cuesta mucho trabajo reconciliar la esperanza con lo que sentimos en nuestro interior. Es precisamente en esos momentos cuando no debemos olvidar lo que el Padre ha hecho por nosotros en el pasado. Tenemos que aceptar Su voluntad, confiar en Él a pesar de las circunstancias que nos aquejan... y entonces, ¡que pase lo que tenga que pasar! Recordemos que sólo la esperanza puesta en el Señor puede sostenernos a lo largo del camino de la vida.